sábado, 29 de mayo de 2010

Don't fade away

(Andrew Warholl, La Sombra)

Supo que moría cuando dejaron de funcionar,
Supo tantas cosas que su mente se erguió disfusa.
Lloro amarga la muerte de lo que más amaba,
inconexa, incoherente, lazos de pensamiento.
Fabricó en la inocente noche, luna oscura,
Aquel ente borroso que era lo más odiaba,
Corrió perdida en aras de su sufrimiento,
Quiso dibujar,
mas no dibujo nada.
¿Sabéis que encontró en la inmediatez de la nada?
Algo peor que el frío de la noche clara,
Algo peor que la negrura del hollín de las fábricas.
encontró garabatos, cientos de mentiras,
todo aquello que un día prometió confusa,
mas no dibujo nada.
Quiso correr, gritar desgañitada,
Perderse en la inmediatez de la muerte,
Corrió, corrió, corrió…
Mas no dibujo nada.
Cuando sus parpados se cerraron,
creando débil alfombra,
su sonrisa formó
La inmediatez de la nada.

jueves, 27 de mayo de 2010

Recuerdos

Jugaba en torno al viejo olivo. Tendría 6 o 7 años y me dedicaba a escarbar con unos amigos para sacar una piedra de grandes dimensiones. No había un objetivo claro, la única finalidad era desenterrar esa roca grande y sentirse por unos segundos pletórico de haber cumplido y traspasado una meta. Otro aliciente era pelar palitos. Quitarles la piel marrón y dejar al descubierto ese color blanco y brillante por la savia. Los palos ya no eran palos, pasaban a ser elementos mágicos y fantásticos.
Nunca me ha pasado esto. Siempre he escrito a borbotones. Bien o mal, eso no importa. Me relajaba delante del ordenador y me sentaba. Ver materializarse mis palabras era algo fantástico, relajante. Es cierto que materializaba mis problemas, que les daba forma física, pero con lo abstracto no se puede luchar, con lo tangible sí.
He oído que el buen escritor, sobre todo el de literatura infantil, escribe desde ese niño que lleva dentro. Eso es lo que pruebo hacer ahora. Anotó recuerdos, frases incoherentes, reprimiendo las ansías de escribir algo concreto que lo más seguro que no me lleve a ninguna parte.
¿Quién dijo…?

martes, 25 de mayo de 2010

¿Herencia o ambiente?

Soy de un pueblo cerca de la ciudad de Zaragoza y tengo dos hermanos de 28 y 29 años respectivamente. Su proximidad de edad me parece interesante a la hora de analizarlos desde la perspectiva de la psicología del desarrollo para ver la importancia de ambiente y genética. Hasta una edad en torno a los diez años, el porcentaje de ambiente compartido ha sido bastante elevado exceptuando el intrauterino ya que no nos encontramos frente a gemelos dicigóticos (las condiciones durante el parto serán diferentes)
Un punto interesante a tratar es el de la personalidad y el temperamento. Aquí entran en juego herencia y ambiente (60% frente al 40%) Partimos de una situación donde predomina la herencia. Esto lo consideramos coherente, hay una estructura básica que es el cerebro y que es un órgano creado totalmente por nuestros genes, por tanto a menor edad mayores similitudes. A medida que el cerebro se forma y se matiza una personalidad y un temperamento podemos decir que las experiencias incentivan y desechan rasgos y aspectos del individuo. Partimos de algo de común para llegar a lo que nosotros somos, a nuestra psique.
Alejandro, el mayor de mis hermanos, presenta un temperamento calmado, con cierta tendencia al despiste, y obsesión hacia determinados temas y Jesús, por el contrario, presenta una forma de comportarse más agitada, algo más organizado y con una constancia por lo que hace que comparte con su otro hermano. Cuando eran más pequeños los conflictos eran mucho más númerosos, con el progresivo desarrollo madurativo, han llegado a un grado de comprensión y han asimilado rasgos de las personalidad del otro. Comparten gustos hacía género de películas, tienen una afinidad al mismo tipo de amigos… ¿Por qué atribuyo esto al ambiente y no a la genética? Porque a la hora de ver una película en concreto no tiene porque gustarle a los dos y aunque puede haber un algo matiz genético, ambos comparten determinados moldes a nivel sociocultural.
El ambiente va realizando su influencia y descartando y potenciando rasgos. De esta interacción entre medio y genes surge el fenotipo. El fenotipo es lo que somos, es la concreción del genotipo. Lo mismo ocurre con la inteligencia o con la personalidad. Una cosa es el genotipo y otra cosa es el desarrollo de éste.
Aquí es donde entro yo. Me llevo con mis hermanos 7 y 8 años. Ellos se fueron a estudiar cuando yo tenía 7 años y el ambiente compartido ha sido en un porcentaje mucho menor. Comparto rasgos con los dos, por ejemplo, los tres tenemos rasgos de inteligencia similares. Sin embargo, a nivel de comportamiento nos parecemos más mi hermano Alejando y yo, que él con mi hermano Jesús. Compartimos, a mi juicio personal, más rasgos como facciones de la cara, el hecho de ser zurdos, la forma de pensar ante determinadas situaciones…
Cuando tratamos estos temas en clase me pareció bastante interesante. Viendo el contraste de mis hermanos puedo apreciar la importancia de la genética y como el ambiente va modelándonos con el paso del tiempo. Se podría determinar que ambos varían su relevancia en el desarrollo atendiendo a factores físico-temporales y del estadio de edad en el que nos encontremos