miércoles, 2 de mayo de 2012

Pasajero

Hoy es un día chungo, sí, chungo. Lo que más me revienta es que es un día normal pero yo no estoy bien, simplemente estoy perdido, estoy hundido en una extraña mezcolanza que me hace estar triste. Es así de sencillo, hoy no estoy bien porque no me toca estar bien.
No son todos los días así. No lo creáis ni de lejos. De normal soy una persona risueña, sarcástica y muy crítica. Soy feliz, con sus cinco letras (o como queráis llamarlo)
Llevo cuatro años viviendo en una residencia de estudiantes. Para mí ha sido un cambio muy importante, he conocido a gente de muchas formas, ha supuesto una rotura de una burbuja de la que necesitaba salir. A lo largo de estos cuatro años, he conocido a gente maravillosa, gente que me ha hecho reír y gente que me ha hecho sentirme realmente bien.
Hoy, cuatro años después, siento que mi burbuja se vuelve a romper.
Íbamos al principio un gran grupo, después nos partimos y finalmente nos quedamos tres: Cristian, Lorena y yo.
Cristian ya se marchó. Recuerdo cuando fuimos a cenar con él este principio de curso. Era una sensación extraña, él se iba a su nuevo piso y nosotros nos quedamos mirándonos, ¿cómo íbamos a volver sin Cristian a la residencia?
Así fue.
Bajamos a ver la tele pero ya no era lo mismo. Esa sensación que tuvimos cuándo lo dejamos se alargó durante un tiempo. Nos faltaba Cristian y la residencia no era lo mismo.
Ha sido un año duro, lleno de estudios, de agobio y de máster. De cambios, de muchos cambios, más de los necesarios.
Al principio del curso había acabado la carrera y  me metí en un máster para acceder al doctorado. Ocurrió todo de nuevo, de repente dejé de ver a mis compañeras de clase.
¿Tenía que circunscribirse nuestra amistad a un lugar determinado?
La amistad hace mucho pero el hecho de tener que ir todos días a un lugar y compartir una realidad con alguien fortalece esa relación.
La semana pasada se fue otro de mis grandes apoyos en la residencia, Lorena. Tengo miedo de que esta amistad de cuatro años desaparezca de golpe, tengo miedo al cambio, a dejar marchar aquel pasado en el que nos sentábamos todos a cenar en el pasillo. Echo de menos todo eso y echo de menos bajar a la tele, ver Modern Family y the Walking Dead.
Tengo miedo a que esa amistad, a que esas amistades tuvieran coordenadas y fechas de caducidad.
Igual la tienen, igual hay que dejar marchar a la gente, igual no, no queda otro remedio.
Si algún día cotilleando llegáis a este blog, solo quería daros las gracias, gracias por haber formado parte de mi vida.
Me siento triste porque no podré compartir el día a día con una gran amiga, una amiga que si lee esto lo más seguro que lo hará con una sonora carcajada.