domingo, 6 de febrero de 2011

Utopía, ¿te animas?

Siempre cuando hablamos de futuro lo hacemos en negativo. No hablo de un futuro a corto plazo, lo hago en la lejanía, en la distancia. ¿No es una buena forma soñar con un mundo en positivo para que algun día esos sueños se hagan realidad? Uno de los problemas es que se critican aspectos concretos y se intenta solucionar solamente esos resquemores. Pero no nos tenemos que engañar, no son más que parches en un viejo balón que no queremos cambiar. Ha habido muchos cambios pero los verdaderos, los que han hecho del mundo un lugar mejor, han sido esos que buscaban sueños y que sus situaciones promovían el cambio. La revolución francesa es un claro ejemplo de ello. En la revolución francesa se luchaba por un mundo utópico (Libertad, igualdad y fraternidad) y todos los cambios, todas las pinceladas, se hicieron distorsionando un dibujo antiguo en busca de uno nuevo.
Nos hemos vuelto demasiado egoistas para pensar en plural, para perseguir un bien común. Así ocurre, no nos ponemos de acuerdo y destruimos el planeta y andamos en una deriva de ideologías sin rumbo que no hacen más que llevarnos al naufragio.
Os voy a proponer mi mundo:
En mi mundo no existe el feminismo ni la multiculturalidad ya que no se entiende que es eso de sexismo ni de racismo. La mentalidad avanzó con los siglos y la gente no teme al cambio. Tampoco hay guerras, las hubo en el pasado pero ocurrió algo maravilloso, la gente aprendió a empatizar, a ponerse en el lugar del otro. Con esto, se consiguió un dialogo puro, con discrepancias pero con respeto y eso hizo que la gente se entendiera a pesar de no compartir determinadas ideas.
Pero lo realmente importante fueron las mejoras sociales.
Gracias a la unión de todos los paises, la educación es algo obligatorio, algo universal. No es un dicho, es un hecho. Pero, lo más importante, es una educación de calidad. De nuestro sistema educativo salen personas formadas, autodeterminadas y que tienen una buena calidad de vida.
Hace tiempo el sistema reventó. Los ordenadores de la bolsa de Madrid, Nueva York, Londres... se estropearon para no funcionar jamás. Esto llevó una remodelación intensa y esto fue el comienzo real de mi mundo actual. Se aprendieron de los errores del pasado, se creo una moneda dinámica, universal y con caducidad (un billete había que gastarlo en un mes o ir al banco a cambiarlo). Los billetes no se amontonaban y desapareció la diferencia entre clases.
El cambio definitivo fue la aparición del alma, del espíritu. Por primera vez a la gente no se le negaba pensar. Individuos únicos, diferenciados, que formaban parte del grupo sin dejarse absorverse por él.
Si has llegado hasta aquí, me gustaría saber si te animas a contarme como sería tu mundo ideal. Hacia donde te gustaría que un día llegasemos...