jueves, 16 de diciembre de 2010

Hadas.

Dicen que es cuando crees en las hadas. Resulta raro. Yo solo te cuento lo que me dicen. Hay que creer, es la única forma de verlas, de sentirlas. Al menos eso creo yo. Me las imagino como puntitos de luz, bolitas doradas que vagan por la realidad. Pero lo especial de las hadas no es que brillen, si no serían luciérnagas. Lo especial es otra cosa. Ellas no tienen huesos, sangre, vísceras. Ellas son energía. Se meten por nuestras orejas o por nuestra nariz y navegan por dentro de nosotros. ¿Por qué? Porque buscan sueños. Es su esencia, lo que las hace puras. Ahora cierro los ojos y siento esa sensación. Es como un desasosiego, como si alguien zarandeara mi mente y me gritara algo. Llevo muchos meses así. Quizás toda mi vida. Soy receptivo, igual demasiado, pero me cuesta comprender los mensajes. Una palabra de hada son millones de palabras humanas y, por el camino, se pierde gran parte de lo que querían decir. Por eso no suelen hablar. Lo hacen en caso de necesidad. A veces los humanos las buscamos sin saberlo pero nunca podremos lograrlo. La única forma de verlas es con la música.