miércoles, 9 de junio de 2010

El horizonte de los condenados -Límite

Imagina un paisaje. Tu paisaje. El de ella es atípico, es extraño.
Imagínate en un cuadrado de gigantescas proporciones. Tú eres ese cuadrado, tú vives en ese cuadrado. No puedes ver el borde de ese plano. Quizás intuirlo.
¿Si nunca has visto ese borde existe? ¿Hay un límite que sea el final de nuestra consciencia?
Entonces no sería un cuadrado, sería infinito.
Pero no hay nada infinito. Por lo menos eso parece. Nuestra consciencia debe tener un límite, una corte de unión con más o menos definición, pero debe tener uno.
¿Existe ese final?
Imagínate en un gran campo. Verías el horizonte a lo lejos. Para ver más allá del horizonte deberías acercarte a él pero cada vez que te acercaras se alejaría más.
Más cerca, más lejos, jamás podrías tocar ese horizonte.
Intuimos ese horizonte. Nunca podemos verlo, ni acercarnos, solo lo intuimos.
¿Por tanto podemos hablar de final? ¿Alguien podría decirme que es un final? ¿Alguien ha tocado alguna vez un principio?
Lo único que podemos tener claro, hasta esto se ha puesto en duda, es que nosotros mismos somos nosotros mismos. Está el “yo” y lo que no nos pertenece “aquello”
Cuando morimos, ¿cruzamos el horizonte entre el “yo” y el “aquello”?
No podemos saber si hay algo detrás, si hay una continuación más, si simplemente es un límite, un vacío… Pero sabemos que si miramos a lo lejos, siempre hay una lejanía, un lugar que se pierde a lo lejos.
Definirnos a nosotros mismos equivale definir lo que no somos. ¿Cómo podemos saber una cosa que nunca hemos visto?
Aquí empieza la definición del nosotros. Hay algo claro, hay un “alma”, una “consciencia”. No me malentendáis con planteamientos católicos, ni biológicos. Yo solo hablo de un entendimiento, de una unidad personal.
Sabemos que hay algo a lo lejos. Igual nuestro final, igual no. Tenemos una continua incertidumbre. Estamos condenados a no saber cuál es nuestra condena.
Podemos hablar de las revelaciones místicas, de la fe… O de la negación constante de la ciencia a algo que nos sobreviva. Ellos son humanos también e igual en su parcela cuadriculada tienen unos prismáticos que les hacen ver más lejos.
¿Qué hay después de la muerte? Les preguntaría
Eternidad. ¿Qué hay después de la eternidad?
Vacío. ¿Qué es el vacío? ¿Cómo sabes que viene eso después si nadie puede afirmar haber sido vacío? ¿Qué hay después del vacío?

Una mañana se despertó de la cama. Llevaba un camisón de flores y sus ojos se perdían en la lejanía.
Esa mañana algo cambió su forma de ver las cosas. Ese día, ese minuto en concreto, esa hora, ella olvido su nombre.
Cinco letras, que se perdían…
Aquella mañana había algo distinto, esa mañana ella olvido su nombre.
Se levantó y al rato olvido que había olvidado su nombre.

¿Dónde se une el bien con el mal?
¿Dónde se guardan los cantos de sirena?
Quiero buscar un lugar donde dormiten las estrellas,
Quiero un lugar de azuladas arenas.
¿Dónde se une el bien con el mal?
¿Dónde se guardan los cantos de sirena?
Quiero escuchar tu voz una vez más.
Quiero vivir sabiendo lo que es morir.

Los relojes blandos inundaban las paredes. Pero en aquel lugar no había persistencia de la memoria, Dali se había equivocado.
Ella se dio cuenta de que a lo lejos había un horizonte que le dañaba la vista.
Pero ella no sabía ya lo que era la iniciativa propia.
¿Seguro que no existe el vacío?
Aquella mañana naufragó en su mente. Buscó el vacío, buscó la eternidad, busco aquel límite…



(La persistencia de la memoria de Salvador Dalí)

3 comentarios:

  1. Hola Eduardo, que texto mas brutal. Que profundidad hay en él. Es un poco escabroso y retorcido todas esas preguntas, esas reflexiones, no soy psicóloga para poder comentar en condiciones.
    Solo que me deja perpleja que alguien se llegue a preguntar tantas cosas y aparentemente no tienen respuestas, al menos yo no sabría dártelas.
    Me dejas sin aliento al leerlo y además no he podido dejar de leerlo hasta el final.
    Bss

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  2. Un texto profundo y abismal, como el vacío mismo.
    Saludos

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  3. Buenisimo. Imposible que creas que has perdido el toque de la escritura.
    Esto demuestra que no es asi.
    Besos.

    -Yanabi-

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